Cuenta la tradición que cuando Dios quiso crear el mundo, cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo preguntó: ¡Crea el mundo a través de mí!
Su aparente sencillez esconde profundos secretos.
El idioma hebreo no era un lenguaje exhalado por el hombre, no era algo que la gente usara para transmitir pensamientos, era sobre todo un lenguaje místico entendido solo por unos pocos iniciados, como los matemáticos de hoy entienden los símbolos de las matemáticas superiores.
Los ideogramas del alfabeto se denominan las 22 Puertas del Conocimiento e interpretan el conocimiento antiguo a través de la palabra que identifica la idea codificada en él.
Las letras hebreas se reflejan en el número de cromosomas de la célula humana y con ellas se pueden construir los nombres sagrados de las capas del ADN.
Cada letra tiene una vibración, una energía capaz de armonizar una parte del cuerpo humano.
El Árbol de la Vida de la Cábala consta de 10 esferas llamadas Sefirot. Estas Sefirot están conectadas por 22 líneas llamadas los 32 Caminos, que representan las 22 letras del alfabeto hebreo más las 10 Sefirot.
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